Sunday 20 January 2019

Centauros rosas sobre la nieve.




Primavera 2019 vía Vogue Runway / Vogue España






    Invierno, ¡qué frío! Frío, ¡sabañón! Sabañón, ¡rosa! Hay cosas en la vida que van de la mano. Algunas lo hacen de manera casi inexorable, como todas las anteriores. En cambio, otras te sorprenden. Alguien vestido de colores llamativos en pleno invierno, por ejemplo. O, más asombroso aún, descubrir que dos exposiciones, casi simultáneas, versan estos meses sobre la historia del color rosa a ambos lados del Atlántico. Dos eventos que rompen una escena gris propia de la época como vibrantes explosiones de color en medio del frío polar. Nueva York y Madrid son protagonistas de un discurso enmarcado por un contexto social reivindicativo muy ad hoc pero también inesperado por su temporalidad y la sorpresa por dos títulos que parecen hermanados: ‘PINK. The History of a punk, pretty, powerful color’ (The Museum at FIT – Fashion Institute of Technology, 7 de septiembre de 2018–5 de enero de 2019) y ‘La Vie en Rose’ (Museo del Traje, 16 de noviembre de 2018–3 de marzo de 2019).

    Los afortunados visitantes de ambas expos podrán valorarlas con perspectiva y, sin duda, obtendrán una interesante lectura sobre la relevancia del color rosa en la Historia de la Humanidad. “Su uso en el mundo contemporáneo lo ha cargado de nuevos significados y ha demostrado el potencial de un color estigmatizado a veces por su propio atractivo”, proclama el folleto de la exposición ‘La Vie en Rose’ sobre el color en cuestión. Un folleto que, por cierto, el Museo ofrece gratuitamente en físico o digital y que nada tiene que envidiar a muchas publicaciones de moda por las que pagamos dineros y dinerales. “Desde 1850 hasta el 2000, el paradigma dominante podría ser descrito como ‘Pretty in Pink’”, con estas palabras retaba Valerie Steele, directora de The Museum at FIT, al pensamiento del visitante. Un desafío basado en la libre interpretación de ese “pretty”, porque lo bonito, hermoso o precioso depende, en buena medida, de los cánones, modas y gustos de cada época. Nada mejor para afianzar esta tesis que citar al historiador del color Michel Pastoreau: “el color es un fenómeno natural [...], pero también una compleja construcción social. No hay una verdad transcultural sobre la percepción del color… Es la sociedad la que ‘hace’ el color, lo define, le da significado”.

    Marchetti Simone se dejó ver en la última Milano Fashion Week vistiendo de color rosa. De hecho, este color se ha convertido en su seña durante las últimas Semanas de la Moda. Para la fortuna colectiva, el flamante nuevo editor in chief de Vanity Fair Italia podría haberse convertido en el estandarte del cambio ayudado por las exposiciones que dan forma a este artículo. Valerie Steele, también comisaria de la exposición ‘PINK’ reflexionaba que “en el siglo XVIII [...] el color rosa era el color más de moda entre caballeros y damas. En el siglo XIX, se feminizó a medida que los hombres euro-americanos adoptaron el traje negro”. ¡Qué gran pérdida! Y es una verdad en boca de todos, como demuestran Lucina Llorente y Juan Gutiérrez en sus textos para ‘La Vie en Rose’ al asegurar que “en el siglo XIX, el hombre burgués trabajador se desprende del color en su atuendo y reduce su uso a chalecos o corbatas, algunos de color rosa, que no estaba todavía asociado preferentemente a lo femenino”. ¡Al menos el rosa aún estaba a salvo...! Pero duró poco tiempo en manos de unos hombres que a principios del XX “habían adoptado ya una estética marcada por la renuncia al color y el desinterés hacia las novedades en materia de modas indumentarias y decorativas”, según se afirma en el folleto de la exposición de El Museo del Traje. Marchetti Simone no está solo; lo acompañan figuras de la talla de Nick Wooster, Alex Badía, Simone Monguzzi y muchos otros. Una revolución rosa que está enmarcada por las propuestas de casas de moda reconocidas. La pasada Primavera 2018, Ermenegildo Zegna, Tom Ford y Versace encendieron la llama junto a otros tantos. La cercana Primavera 2019 se sumarán Dior Men, Ann Demeulemeester y, tirando de orgullo patrio, García Madrid. Todos ellos proponen trajes sastre impecables. Impecables, pero nada constrictores; todo lo contrario. Sus líneas relajadas inspiran la brisa primaveral. Y parece que para correr por el campo, muchos dejarán sus americanas rosas en casa. En la práctica, según lo observado entre todos los pioneros de estilo antes mencionados, la prenda estrella será el pantalón rosa. Las marcas de moda vestirán a un batallón de centauros. Centauros rosas. Delicados y a la vez poderosos. Sutiles y a la vez valientes. Puede parecer osadía, pero no resulta descabellado si de nuevo recordamos a Michel Pastoreau afirmando que “es la sociedad la que al color da significado”.

    El rosa estaba denostado, no merecía un hueco en el armario masculino. Y menos aún si pensamos en él ateridos de frío y con sabañones en las manos. Pero quizá las cosas estén a punto de cambiar. Con dos exposiciones engrandeciendo a este color con tantos significados, quizá se avecine un nuevo momento para su gloria histórica, un punto de inflexión digno de mención en exposiciones venideras. Una nueva masculinidad, colorista, delicada y poderosa. Un batallón de hombres que podrían correr en estampida hacia un nuevo y rosado mañana.










    1   js Roques  –  J'aime tout chez toi  [via LOOKBOOK]
    2   The Best Street Style from Stockholm Fashion Week Fall 2018 shot by Joanna Totolici  [via Vogue Runway]
    3   The Best Street Style from the Paris Spring 2018 Menswear Shows shot by Phil Oh  [via Vogue Runway]
    4   The Best Street Style from the London Spring 2019 Menswear Shows shot by Gianluca Senese  [via Vogue Runway]
    5   The Best Street Style from Pitti Uomo  –  Marchetti Simone  [via GQ]
    6   The Best Street Style from Milan Men's Fashion Week SS2018  –  Marchetti Simone  [via BURO.]
    7   Phil Oh's Best Street Style Photos From Paris's Spring 2019 Menswear Shows  [via Vogue Runway]
    8   Pinky and the Brain  –  Simon Rasmussen  [via Instagram]
    9   Phil Oh's Best Street Style Photos From Paris's Spring 2019 Menswear Shows  –  Dan Thawley  [via Vogue Runway]
  10   Phil Oh's Best Street Style Photos From New York's Spring 2019 Menswear Shows  –  Alex Badía  [via Vogue Runway]
  11   Nick Wooster  [via Julie Ragolia's Instagram]
  12   Phil Oh's Best Street Style Photos From the Paris Spring'18 Menswear Shows  [via Vogue Runway]






Tuesday 1 January 2019

Redes, Machos y una masculinidad infravalorada.




Ilustración exclusiva  ALVAR ALCALDE






    Mi amiga Sara me ilustró el otro día sobre cómo ser un instagrammer de pro. Ya no basta con quedarse dentro del baño de masas y likes; ahora descubro que ahí afuera existe una APP que analiza quién te deja de seguir, cómo, cuándo y qué sé yo más.

    Otro día, no el mismo, comprobé que un ligue de Grindr ya no me seguía en Instagram. Por el método rudimentario y sin APP-espía-de-seguidores instalada, pero lo descubrí. La curiosidad mató al gato.

    Y toda esta jugada la comento con mi amigo Nacho mientras nos echamos unos bailes en la TANGA!, un fiestón gay madrileño. Manda narices que nos acaben de poner a La Carey cantando ‘All I Want For Christmas Is You’ a mediados de noviembre y entre tanto maromo intentando pillar cacho. Carne para la noche. ¿Quién desea realmente a ese hombre maravilloso por Navidad? ¿Quién de todos aquellos que tienen el Grindr enchufado mientras bailan y otean al personal colindante? ¿Quién de todos los que cantan semejante hitazo sin un ápice de verdad o consciencia? Teatro, puro teatro.

    Aceptación, popularidad, rechazo, masas… subnormalidad mundana como una historia más en la gran Capital. Envuélvelo en cascabeles, nieve y brillante espumillón y ahí lo tienes: el colmo de la feliz hipocresía social. Hoy te quiero, mañana ya no. Pensamos que evolucionamos, pero hay días (uno, otro y el de más allá) en los que me siento en un baile de salón de los de antaño. Hombres frente a mujeres. Miradas furtivas, agresivas o de soslayo. Distancias cortas que parecen kilómetros, tan lejos y a la vez tan a mano. Triunfo del más lanzado, que se llevará a ‘la guapa’ del pueblo. Pobre del último, del rezagado, que se quedará con ‘los restos’. Pero… ¡espera!… ¿pobre o afortunado? De repente su amor me resulta más sincero. Quién sabe si por falta de pretensiones, por sus pies sobre la tierra o por gozar del candor de la vergüenza y la magia del directo. Pienso en lo incierto y en lo inesperado. Pienso que hoy seguimos bailando como los de antaño. Ya no son valses ni swings. Ahora la tontería social y el amor idealizado arriman cinturitas. Y si el perreo domina la pista de baile de alguna fiesta navideña, con sus luces y sus polvos estupefacientes... ¡ya ni te cuento!

    La Navidad… días en los que muchos escriben sus cartas al barbudo vestido de rojo o a los tres del camello antes de salir a bailar. Días en los que tantos anhelan un buen novio envuelto para regalo; quieren a ‘la guapa’ de la fiesta para abrazarse al llegar a casa. Y, cómo no, ninguno olvida tirar de catálogo y pedir que su regalo tenga toda clase de atributos físicos, mentales y sociales. Vamos, un novio diez.

    Esta será mi tercera Navidad en Madrid. No soy ‘gato’ pura sangre, pero como si lo fuera. Tampoco he pedido un hombre; no este año. La Capital me ha hecho disfrutar, jugármela y aprender hasta quemar la mitad de mis siete vidas. Pero este año me resisto a esperar a que ‘ese hombre’ salga de una caja con lazote en la cabeza. Madrid me ha enseñado mucho, de hombres y de temeridad. Una de ellas, lanzarme al mundo del ligoteo vía APP. Con mi eterna negación por bandera, siempre rechacé ese tipo de hábitos ‘ligeros de faldas’, pero no puedes valorar algo hasta que no lo has probado. Metidos en faena… comprobé todas y cada una de mis teorías, ¡qué ojo avispado! Yo, que pienso en bailes de salón a estas alturas de la civilización, me sentía en la aplicación como un observador furtivo de las últimas páginas de un periódico local, con sus chicas de compañía a golpe de teléfono. Como novedad, muchos de los ‘compañeros’ de esa APP zumbaban en la pantalla del móvil saludo, foto de cara o rabo en mano. Según fuera la suerte del día, conseguiría conversación, café o casquete. Con otro poco de suerte, alguien con dos dedos de frente. Y con otro poco más de suerte, me acabaría dando cuenta de que yo era un borrego más haciendo scroll down, creyéndome mis dos dedos de frente, mi cara guapa y mi potencial de ligoteo.

    Muchos defienden que Grindr es un espacio para mucho más. Oportunidades más allá de la carne magra, fibrada, siempre ardiente. J.W.Anderson lo intentó con su desfile masculino para Primavera 2016, que se difundió en streaming exclusivamente en la APP. Según palabras del diseñador, extraídas de un artículo de Dazed que se hacía eco de la noticia: “Todos somos humanos, por lo que todos tenemos que ser atractivos para alguien de algún modo”. Emma Hope Allwood, autora del susodicho artículo, añadía: “El desfile en directo supondrá un empujón de positividad e innovación a sus reputaciones –una de las cuales [la de Grindr] está definida de un modo discutible por el cruising nocturno y el chemsex”. ¡Aaaaaay amiga! Diste en la diana. Y es que si yo me presento a una cita conseguida en Grindr con “un short-peplum y botas de cuero hasta la rodilla”lookazo de JWA mencionado en el artículo– bien me sé lo que ocurrirá... Y eso que, para llegar hasta esa situación, seguramente habré tenido que superar varios filtros de la auto-acuñada ‘OEFC’ (Obsesión Enfermiza por la Foto de Cara). Que si está borrosa, que si muy oscura, que si se ve de lejos… para acabar descubriendo que cualquier accesorio o elemento perturbador tales como el pelo de un color diferente o unas gafas más especiales de lo común minarán tus posibilidades de lucir shorts, botazas, encajes y demás fantasías en un encuentro face to face. Mira que mataría por ir vestido de pies a cabeza de J.W.Anderson o de LOEWE, pero me descojono si pienso que un ligue de Grindr me desvestiría y me buscaría las carnes con semejantes ropajes. Pero más me descojono del panorama social vigente, plagado de individualistas sin perspectiva ni motivación para profundizar en una persona más allá de la imagen. Levanto la mano el primero, insisto. La carne es la carne y a subnormal y borrego no me gana nadie.

    Soy un gato. En Madrid. Y, si así están las cosas, prefiero no ligar. Prefiero vestir como me dé la gana, comportarme como me dé la gana y vivir como me dé la gana. Independiente. Subiendo a los tejados para ver a la gente pasar. Me caeré una y mil veces. Por tonto, por gilipollas, por patán. Pero, recordad, aunque no me queden las siete vidas, aún tengo alguna para guerrear.